Crecimiento, confianza y seguridad
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l ritmo de la actividad económica en junio no sólo fue muy bueno, sino histórico: 20,1% creció el Imacec respecto de junio del año pasado. Ese desempeño motivó al ministro de Hacienda a sostener que “va mucho más allá de un efecto rebote”, en alusión a la muy baja base de comparación en 2020, en plena crisis económica por la pandemia.
Pero si bien la mayoría de los analistas estiman un crecimiento del PIB en rangos de 8% y 9% para este año, las proyecciones del propio Ministerio de Hacienda son de menos de un 3% para los próximos dos años, e incluso menos para los dos siguientes. Que el actual respiro no puede ser duradero lo avalan las cifras desagregadas del histórico Imacec de junio, donde el factor determinante fue el alza de 46,4% en el comercio, impulsada por los retiros adelantados de ahorros previsionales y, desde luego, por los inéditos niveles de ayuda económica estatal de emergencia, ambos necesariamente transitorios.
En este escenario de virtualmente asegurada ralentización económica en el mediano plazo, y siendo este un año electoral, parecería que un eje de las campañas debiera ser la recuperación de la confianza de inversionistas, empresarios y trabajadores. Algo que se hace más difícil en un contexto en que la inseguridad y la violencia urbana se han vuelto habituales en muchos lugares de Chile, por diversas causas.
Sin mayores garantías de que el Estado cumplirá su obligación de resguardar el orden público -ya sea en el centro de Santiago o en La Araucanía-, se hará más complejo sentar las bases de una sólida recuperación de la economía. Aunque estos dos ejemplos son de naturaleza muy distinta, los asemeja la falta de voluntad política para enfrentarlos por lo que son: una inaceptable afrenta al Estado de derecho y a la convivencia pacífica.
Por desgracia, del mundo político -e incluso desde la Convención Constitucional- se han escuchado más justificaciones que condenas a la violencia (del malestar social a la injusticia histórica). Cuesta ver cómo ese clima puede ser propicio para la reactivación de la economía que el país necesita. Una indispensable agenda procrecimiento y proempleo deberá tenerlo en cuenta.